Tras la reunión entre los presidentes Donald Trump (Estados Unidos) y Lee Jae‑myung (Corea del Sur), ambas naciones anunciaron un ambicioso pacto que integraría aspectos comerciales y de seguridad conjunta. Sin embargo, el documento oficial del acuerdo aún no ha sido publicado debido a un desacuerdo clave entre las partes: la fabricación de un submarino nuclear.
Corea del Sur desea construir su propio submarino de propulsión nuclear en astilleros domésticos, como parte de su estrategia para fortalecer su independencia tecnológica y capacidad defensiva regional. Por su parte, Estados Unidos condiciona su aprobación a que la construcción se realice en territorio estadounidense, lo que viene generando tensiones entre Seúl y Washington.
Este punto de fricción ha paralizado la publicación del acuerdo conjunto, a pesar de que ya se ha anunciado una inversión de miles de millones de dólares por parte surcoreana y una reducción de aranceles por parte estadounidense. Fuentes diplomáticas señalan que el obstáculo técnico-industrial —incluyendo transferencia de tecnología nuclear, jurisdicción de construcción y supervisión de combustible nuclear— es el principal factor del retraso.
Analistas en Seúl estiman que si no se destraba esta cuestión, el acuerdo no sólo perderá eficacia sino que podría poner en tensión la alianza entre ambos países en plena escalada geopolítica en la península coreana y el Indo-Pacífico.