Muchas veces pensamos que para acercarnos a Dios debemos ser perfectos, sin errores, sin fallas, sin cicatrices en el alma. Creemos que debemos arreglar nuestra vida primero para después presentarnos ante Él. Pero la verdad más hermosa del Evangelio es que Dios nos ama tal como somos, con nuestras debilidades, con nuestras luchas y con nuestras imperfecciones.
El apóstol Pablo lo dejó claro en Romanos 5:8:
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Él no esperó a que fuéramos santos para entregarnos a su Hijo. Nos amó desde el principio, incluso en medio de nuestro pecado, y nos sigue amando cada día.
1. El amor de Dios no depende de lo que haces
En la vida estamos acostumbrados a recibir amor a cambio de algo: por lo que damos, por lo que logramos o por cómo nos comportamos. Sin embargo, el amor de Dios no se compra ni se gana con obras, porque es un regalo.
En Efesios 2:8-9 encontramos una verdad liberadora:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Esto significa que no necesitas impresionar a Dios. Él te conoce y te ama exactamente como eres.
2. Dios conoce tus debilidades y aún así te ama
A veces pensamos que Dios solo nos amará cuando cambiemos, pero Él ya nos ama ahora mismo. Su amor no ignora nuestras debilidades, pero tampoco se detiene por ellas.
El salmista lo expresó en Salmos 103:14:
“Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.”
Dios conoce tus luchas, tus caídas, tus heridas… y a pesar de eso, su amor permanece firme e inmutable.
3. El amor de Dios te transforma
Aunque Dios nos ama tal como somos, su amor también nos invita a crecer, a ser transformados y a vivir una vida nueva en Cristo. Él no nos deja igual, sino que nos moldea con ternura y paciencia.
En 2 Corintios 5:17 la Palabra nos recuerda:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
El amor de Dios no solo te acepta, sino que también te renueva y te levanta cada día.
4. Jesús abrazó a los rechazados
Durante su ministerio en la tierra, Jesús mostró con hechos lo que significa amar sin condiciones. Él se acercó a los despreciados, sanó a los enfermos, perdonó a los pecadores y compartió la mesa con quienes la sociedad había rechazado.
En Lucas 19:10, Jesús dijo:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Él no vino a buscar a los que se sentían perfectos, sino a los quebrantados, a los necesitados y a los heridos. Ese mismo amor sigue vivo hoy para ti.
5. Nada puede separarte de su amor
A veces pensamos que nuestros errores, nuestra historia o nuestros pecados son tan grandes que pueden alejarnos del amor de Dios. Pero la Biblia nos asegura lo contrario.
En Romanos 8:38-39 leemos una de las promesas más poderosas:
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Nada ni nadie puede apartarte de ese amor eterno.
Reflexión final
Hoy quiero que recuerdes esta verdad: Dios te ama tal como eres. Con tus luchas, con tus errores, con tus temores, con tus cicatrices. Él no te rechaza, al contrario, te recibe con brazos abiertos, como un Padre que nunca deja de esperar a su hijo.
Jesús dijo en Juan 6:37:
“Al que a mí viene, no le echo fuera.”
Esa es su promesa para ti: no importa cómo vengas, si vienes a Él, serás recibido y amado.
Descansa en esta verdad y permite que su amor incondicional transforme tu corazón. Porque aunque el mundo te ponga condiciones, recuerda siempre: Dios te ama tal como eres, pero también te ama demasiado como para dejarte igual.